Era una mañana fria, apenas había dormido por la intranquilidad de no saber muy bien que se encontraría cuando bajase del autobus a Lisboa. Hacía dos años que se había quedado viuda y sus hijos la habían animado a hacer aquel viaje. Llegó a la estación muy temprano, no quería perder el autobús y media hora antes de su salida ya estaba esperando impaciente en la dársena a que llegase el bus que la conduciría a un viaje al corazón de Portugal que podría cambiar su vida.
Cargó su maleta, subió a su asiento, se acomodó unos cascos e intentó dormir. Imposible, el cosquilleo le impedía pegar una cabezada. ¿Como la recibiría?, ¿Sería tal y como le imaginaba después de tanto tiempo? , ¿No era una locura ese viaje?, ya había estado antes en Lisboa, lo recordaba bien, y desde siempre había había descrito a la capital lusa como una ciudad perfecta para enamorarse paseando por su centro histórico, por la Torre de Belem o los Jerónimos. Se veía a si misma comiendo unos pasteles de Belem o sentada junto a el Cristo en uno de esos bancos que dan una perspectiva impresionante de Lisboa.
Las horas pasaban en el autobús y empezó a imaginarse que pensarían los demás pasajeros si supiesen el verdadero motivo por el que ella había montado en aquel autobus a Lisboa. Algunos posiblemente la entenderían, otros pensarían simplemente que estaba loca.
Cruzó la frontera y en ese momento se dio cuenta de que aquello no tenía vuelta atrás, ya estaba en Portugal y pronto pasaría por el Puente Vasco de Gama sobre el río Tajo que la situaría directamente en Lisboa.
Llegó a la estación, nerviosa, le temblaban las piernas y un escalofrío recorría todo su cuerpo. Bajó las escaleras del autobús y allí estaba él, nervioso, sin saber muy bien que hacer con las manos. Era tal y como le recordaba, aquella mirada era inconfundible, un primer amor no se olvida nunca, por mucho que hubiesen pasado 30 años desde la última vez que se vieron. Ambos eran ahora libres y se merecían una segunda oportunidad, y no había mejor sitio para intentarlo que la romántica Lisboa en la que 30 años atrás habían pasado sus mejores momentos,