“Los aviones están sobrevalorados”, asegura Sofía de forma tajante. Marcos y Pedro no están de acuerdo con ella. Al fin y al cabo, todo lo que han viajado por el mundo, que a sus 26 años es más de lo que podrían decir sus padres, es gracias a los vuelos de bajo coste.
Sofía no les quita razón en eso, pero se mantiene en sus trece. Se escuda en su experiencia personal para justificar su postura. Sus padres están separados y desde muy pequeña se fue a vivir a la capital con su madre. Lleva toda su vida yendo y viniendo para poder pasar tiempo con su padre, por lo que se ha vuelto una experta en transportes. Aunque entiende la comodidad del avión en cuanto a la duración del trayecto, opina que, al final, no ahorras tanto tiempo y resulta mucho más cansado.
Marcos y Pedro saben a lo que se refiere. Es cierto que, al final, entre ir al aeropuerto, esperar el tiempo correspondiente, el vuelo… Y, por supuesto, contar con que muchas veces los aeropuertos a los que viajan las compañías de bajo coste no están en las ciudades a las que te diriges en realidad… Tal vez sea cierto que el tiempo que uno se ahorra es ridículo. Sobre todo teniendo en cuenta que el autobús te aporta la comodidad de hacer el viaje en un solo trayecto y te ahorra el estrés de ir de un lado para otro.